martes, 8 de enero de 2013

El viaje de Prado: ¿traición o calumnia?

Uno de los temas más controvertidos en relación a la Guerra del Pacífico es el de la leyenda negra construida en torno la "fuga" de Mariano Ignacio Prado. A lo largo de estos años ha proliferado la versión de que Prado, quien fuera el presidente del Perú para el inicio del conflicto, fugó del país robándose la colecta nacional recaudada para la compra de armamento.

Sin embargo, es un tema discutible, pero que está muy presente en diferentes campos, lo cual hace que persista en el colectivo la imagen de traidor. Sin embargo, a la luz de ciertas consideraciones, conviene confrontar la difusión de esta postura.

El controvertido viaje
El general Mariano I. Prado, presidente del Perú
Desde antes del comienzo del conflicto en 1879, la situación militar del Perú era adversa debido a la escasa repotenciación y modernización de sus fuerzas armadas. En la década previa al estallido de la guerra, la fuerte crisis fiscal y el fracaso de la política salitrera del gobierno de Manuel Pardo (1872-1876), sumado a los efectos de la crisis económica internacional, convertían al Perú en un país deudor ante los acreedores internacionales, principalmente extranjeros tenedores de bonos.

Esto afectó la capacidad crediticia de nuestro país para la adquisición de material bélico, de manera que se encontraba en una desventaja armamentística, numérica y logística ante Chile. Esta inferioridad se hizo manifiesta tras la pérdida del Huáscar en el combate de Angamos, con lo cual la balanza de la fase marítima y, ulteriormente, del conflicto en general se iría inclinando hacia Chile.

En este contexto, Prado regresó a Lima después de estar dirigiendo la Campaña del Sur desde Arica. Intentando solucionar la precaria situación, decidió salir del país para supervisar personalmente los trámites para la obtención de crédito financiero y la compra de armamento en el extranjero (principalmente barcos de guerra). Esto con la creencia de que su condición de primer mandatario contribuiría a la agilización del proceso de adquisición de estos elementos. Se realizó así la ya conocida colecta nacional, en la cual se llegó a reunir 200 mil libras  esterlinas con el fin de reunir recursos con los cuales se pudiera comprar los elementos tan necesitados.

Nicolás de Piérola
El 18 de diciembre de 1879 se emitió un decreto en el que se facultaba al presidente a realizar su viaje, con lo cual quedó a cargo el vicepresidente Luis La Puerta. Con autorización del Congreso y con conocimiento de su gabinete (recibió 3 000 libras como viáticos por parte del Ministro de Hacienda Jose María Químper), el general Prado partió del Callao en el barco inglés Paita y se dirigió a Estados Unidos; y luego a Europa, y durante el trayecto brindó declaraciones a distintos medios acerca del desarrollo de la guerra.

Sin embargo, esta iniciativa probaría ser un grave error. La ausencia del presidente durante el transcurso del conflicto tendría un fuerte efecto desmoralizador, al dejar al país sin la conducción política y militar en pleno enfrentamiento bélico en el territorio nacional. Este vacío político, a raíz de la desazón popular, fue aprovechado por Nicolás de Piérola, quien denunciaba a través de su medio periodístico La Patria que el presidente había abandonado el país.

Posteriormente, efectuó un golpe de Estado y depuso a La Puerta, tras lo cual se constituyó como Dictador. Seguido a esto, Prado fue declarado por el nuevo gobierno como traidor de la Patria, y despojado de su condición de ciudadano y rango militar, además de ordenada su captura. Es así que Prado no regresaría al Perú recién una vez acabado el conflicto.

La leyenda negra
Sin embargo, Prado no es procesado y, si bien, es recibido con frialdad, no se le imputa ni el cargo de traición ni el desfalco de los fondos. Es justamente a mediados del siglo XX que la leyenda negra es reforzada, cuando los hijos Manuel y Jorge participan en la política. En ese contexto, se retoma el asunto del viaje de Prado y crece al incluirse la acusación de haberse llevado la donación de la colecta. Ésta es la versión que mayor difusión ha tenido y cuya persistencia aún se sigue dando, especialmente en la enseñanza escolar.

Sin embargo, diferentes indicios ponen en tela de juicio este relato. La principal precisión que cabría hacer es que los fondos fueron llevados en otro barco por el comisionado Julio Pflucker y Rico. Es importante tener presente que en ese entonces ya existían medios para la realización de transacciones y traslado de fondos. Además, el dinero efectivamente llegó a Europa, y se efectuó el encargo de la fabricación de dos embarcaciones, de nombre Diógenes y Sócrates en los astilleros de Kiel, en Alemania. Sin embargo, estos fueron retenidos en Inglaterra, por lo cual no llegarían al Perú sino una vez terminada la guerra.

Haciendo un balance, esta leyenda negra tiene dos momentos en su desarrollo, cuyas motivaciones responden principalmente a razones de caracter político. El error de Prado no sería la traición, sino el confundir funciones en el ingenuo supuesto de que por su investidura presidencial tendría algún efecto en los proceso de facilitación de crédito para la obtención de armamento y pertrechos de guerra. Esta falta de cálculo político resultaría costosa, ya que devino en el final de su gobierno y en la creación de un mito que, a la luz del debate y la investigación histórica, hace necesaria la revisión del contenido histórico que es transmitido y perpetuado en las diferentes generaciones.
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La siguiente es una nota periodística del programa 'Reporte Semanal' (canal Frecuencia Latina) en el que abordan la discusión de este tema. Incluye entrevistas al historiador Antonio Zapata; Herrmann Hammann (director del Centro de Estudios Históricos-Militares del Perú); Felipe Portocarrero (rector de la Universidad del Pacífico); y Mariano Prado Miro Quesada, descendiente y homónimo del general.


FUENTES:
  • BASADRE, Jorge (2005). Historia de la República del Perú (9ª edición) v. 9. Lima: El Comercio.

1 comentario:

  1. La verdad que teniendo en Lima al traidor Piérola no hubiera salido de viaje a ninguna parte, es más, se debió encarcelar a este personaje (Piérola) bajo cualquier pretexto porque era sabido que representaba una lacra social y siempre velaba por sus intereses particulares, especialmente su amplio ego y sueños de ser dios entre los dioses. Piérola es un personaje nefasto para la historia y el Perú del siglo XIX, que tuviera un buen segundo gobierno no lo esgrime de culpa, ni le quita de encima su tremenda traición durante la guerra.

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