En el segmento 'América Libre', Antonio Zapata conversa con Claudia Rosas sobre Túpac Amaru II, el cacique José Gabriel Condorcanqui, quien lideró una de las rebeliones anticoloniales en el sur andino más importantes del siglo XVIII.
Blog dedicado a la Historia del Perú y Universal, especialmente al ámbito militar, así como otros temas de interés.
miércoles, 6 de noviembre de 2013
martes, 8 de octubre de 2013
Sucedió en el Perú: Miguel Grau
Programa de 'Sucedió en el Perú', conducido por Norma Martínez, dedicado a Miguel Grau. La biografía está desarrollada en dos partes, donde se abordan las diferentes facetas en la vida del ilustre marino y político peruano.
Primera parte
Segunda partePrimera parte
Sucedió en el Perú: Grau, biografía del héroe
Episodio del programa 'Sucedió en el Perú', conducido por Antonio Zapata, dedicado a la vida de Miguel Grau, héroe nacional y destacado por la Marina de Guerra del Péru por el rol que tuvo durante la Guerra del Pacífico.
sábado, 17 de agosto de 2013
América Libre: Simón Bolívar
En el segmento 'América Libre', Antonio Zapata conversa con Cristobal Aljovín sobre Simón Bolívar, fundador de la Gran Colombia y una de las figuras más destacadas en la historia de la independencia del Perú y América Latina.
América Libre: Francisco Antonio de Zela
En el segmento 'América Libre', Antonio Zapata conversa con Iván Millones sobre Francisco Antonio de Zela, quien encabezó la primera de las rebeliones correspondientes al ciclo de las Juntas: la insurrección de Tacna de 1811.
América Libre: Manuela Sáenz
En el segmento 'América Libre', Antonio Zapata conversa con Magally Alegre sobre Manuela Sáenz, una ecuatoriana residente en Lima. Se unió al bando independentista y fue condecorada con la Orden del Sol por José de San Martín. Tuvo una relación con Simón Bolívar y es recordada por Ricardo Palma en sus "Tradiciones Peruanas".
martes, 13 de agosto de 2013
La Rebelión de Huánuco 1812: Crespo y Castillo
Documental realizado por el cineasta Augusto Tamayo acerca de la Rebelión de Huánuco de 1812, encabezada por Juan José Crespo y Castillo, en el marco de las celebraciones del Bicentenario de la Independencia del Perú. Producida por Argos Producciones, en colaboración con el Ministerio de Educación, la Embajada de España y la Organización de Estados Iberoamericanos; con la asesoría de la PUCP y el Instituto Riva-Agüero.
Francisco de Zela, primer grito de libertad en el Perú
Documental realizado por el cineasta Augusto Tamayo acerca de la Rebelión de Tacna de 1811, encabezada por Francisco de Zela, en el marco de las celebraciones del Bicentenario de la Independencia del Perú. Producida por Argos Producciones, en colaboración con el Ministerio de Educación, la Embajada de España y la Organización de Estados Iberoamericanos; con la asesoría de la PUCP y el Instituto Riva-Agüero.
lunes, 5 de agosto de 2013
América Libre: José de San Martín
En el segmento 'América Libre', Antonio Zapata conversa con Cristina Mazzeo sobre don José de San Martín, general argentino y líder de la Corriente Libertadora del Sur, gestor de la independencia de Argentina, Chile y el Perú.
sábado, 3 de agosto de 2013
América Libre: Mateo Pumacahua
En el segmento 'América Libre', Antonio Zapata conversa con Scarlett O´Phelan sobre Mateo Pumacahua, líder de la gran rebelión de los hermanos Angulo que se concentró en el Sur Andino del siglo XVIII.
sábado, 27 de julio de 2013
Sucedió del Perú: Conversación sobre el bicentenario
Episodio del programa 'Sucedió en el Perú', conducido por Antonio Zapata, en el que realiza conversaciones temáticas con propósito de las preparaciones para el bicentenario de la Independencia del Perú. Incluye entrevistas a Ascensión Martínez, Nuria Sala i Vila y Víctor Peralta.
viernes, 26 de julio de 2013
Las Batallas de San Martín
Las Batallas de San Martín es una serie documental producida por el diario Clarín de Argentina, como parte de una colección cuyo principal eje temático son las campañas militares en las que participó el libertador argentino. Su carrera militar iniciada como parte del Ejército realista va desde la liberación de las Provincias Unidas hasta las posteriores expediciones a Chile y al Perú.
Cuenta con recreaciones, así como animaciones que ayudan a graficar el desarrollo de los enfrentamientos. Asimismo, alterna con entrevistas a historiadores y especialistas sanmartinianos.
Capítulo 1: Combate de San Lorenzo
Capítulo 2: El cruce de los Andes
Capítulo 3: Chacabuco, un paso clave
Capítulo 4: La sorpresa de Cancha Rayada
Capítulo 5: Maipú, derrota realista
Capítulo 6: La Expedición al Perú
jueves, 25 de julio de 2013
Sucedió en el Perú: El Perú Independiente
Episodio del programa 'Sucedió en el Perú', conducido por Antonio Zapata, dedicado a la Independencia del Perú como parte de su Temporada Escolar.
Hace un desarrollo general de las luchas por la emancipación del antiguo centro del poder colonial en América del Sur, el rol que jugaron las campañas libertadoras y el proceso que devino en la formación del Perú republicano.
Hace un desarrollo general de las luchas por la emancipación del antiguo centro del poder colonial en América del Sur, el rol que jugaron las campañas libertadoras y el proceso que devino en la formación del Perú republicano.
sábado, 22 de junio de 2013
El rifle Martini-Henry
Una de las armas más emblemáticas del siglo XIX, el Martini-Henry marcó un paso notable en el desarrollo de las armas de fuego y fue primer rifle adoptado por las fuerzas inglesas que fue diseñado como arma de retrocarga. Fuertemente asociado a la época de la expansión colonialista del Imperio Británico, desde su implementación permaneció en servicio por cerca de 30 años.
Mecanismo
Esquema en el que se detalla el interior del mecanismo |
Sus orígenes se remontan al mecanismo ideado por Henry O. Peabody, que consistía en un obturador levadizo accionado por una palanca. El fusil Peabody fue patentado en 1862, pero no llegó a ser empleado en la Guerra Civil Estadounidense, por lo que fue vendido en países extranjeros. Posteriormente, este diseño fue mejorado por el suizo Friedrich von Martini en combinación con el estriado poligonal del cañón diseñado por el escocés Alexander Henry. La principal diferencia radicaba en la incorporación de un percutor interno, con lo cual se prescindía del martillo externo propio del fusil Peabody.
Al bajar la palanca, el obturador, que pivotaba en la parte posterior del cajón de mecanismo, desciende cargando el arma y exponiendo la recámara. El extractor permitía la remoción manual del cartucho vacío (de haberlo) para insertar el nuevo cartucho. Al colocar la palanca en su lugar se cierra la recámara y el arma está lista para dispararse. En la parte derecha del mecanismo, un indicador señalaba si el arma está cargada.
De esta forma, se lograba simplificar el proceso de disparo con un incremento notable en la frecuencia de disparo de unos 12 tiros por minuto, muy superior a aquello de lo que se disponía anteriormente. Ésta constituía la principal ventaja de la nueva arma, y tendría efectos notables en el desarrollo de los enfrentamientos, donde esta tasa de tiro generaría bajas tremendas en las filas enemigas.
Composición del cartucho .577/.450 |
La munición empleada por el Martini-Henry era un cartucho metálico Boxer-Henry .577/.450 hecho de latón cargado con pólvora negra. Esta curiosa denominación se debe a que el calibre del rifle es 0.45, mientras que la base estaba hecha a partir del cartucho .577 del Snider.
Sin embargo, cuando el Martini-Henry entró en acción, pronto saltaron los problemas. Particularmente en el clima tropical de África, la recámara y el cañón tendían a sobrecalentarse después de un uso prolongado. Esto hacía que los casquillos quedaban atorados en la recámara, por lo que debían forzarse con el uso de la bayoneta o de la varilla de limpieza. Además, la combustión de la pólvora negra empleada en ese entonces dejaba residuos en el cañón, lo que contribuía al recalentamiento del arma.
Variantes
Durante todo su tiempo de servicio, se fabricaron 4 variantes del Martini-Henry: el Mk. I (1871-1876), el Mk. II (1877-1881), el Mk. III (1879-1888) y el Mk. IV (1888-1889). Éste último presentaba una palanca más larga que los modelos anteriores para ejercer una mayor presión al momento de accionar el mecanismo. Esto debido a los reportes de problemas en cuanto a la extracción del cartucho que se atoraba en la recámara. Sin embargo, la causa radicaba en la calidad del latón empleado para el cartucho, y fue con la mejoría en la fabricación de la munición que comenzaron a disminuir estos problemas.
Un Martini-Henry con una palanca corta y larga con diferentes modelos de bayoneta |
Muchos de los Mk. IV eran llamados Enfield-Martini, de calibre .402". Sin embargo, con la introducción del rifle Lee-Metford en 1888 con el nuevo cartucho .303, el ejército consideraba que la existencia de estos 3 tipos diferentes de cartuchos sería confuso para el suministro de munición. Es por eso que los Mk. IV fueron recamarados al viejo cartucho .577/.450.
Historia
A partir de 1871, el Martini-Henry entró en servicio como arma reglamentaria de la infantería, en reemplazo del modelo Snider-Enfield. Su implementación vino de la necesidad de poder disponer un rifle de retrocarga confiable para las fuerzas británicas, de manera que se convirtió en el primer arma de retrocarga diseñada como tal (no una conversión de un rifle de avancarga).
El Martini-Henry tuvo un papel prominente durante la colonización de África, la India y Asia, donde se impuso el dominio británico en gran parte del mundo. Fue empleado para subyugar a las poblaciones nativas de los diferentes territorios a lo largo del imperio. El mayor volumen de fuego y el superior empleo táctico permitía a las fuerzas coloniales hacer frente a fuerzas enemigas considerablemente numerosas.
Tal como había ocurrido en la Batalla del Río Sangriento, donde un grupo de centenares de Boers armados con viejos mosquetes de avancarga infringieron una enorme cantidad de bajas a una vasta fuerza de guerreros zulúes. Se esperaba que con los nuevos rifles de retrocarga, en manos de un ejército profesional, pudiera sobreponerse a combatientes nativos armados con lanzas y escudos.
Durante las Guerras Zulúes, vieron acción en Isandlwana el 22 de enero de 1879, donde generaron bajas numerosas en los atacantes zulúes. A pesar del desastroso resultado de la batalla para los ingleses debido a la avasallante superioridad numérica del adversario y al pobre despliegue táctico de las tropas, la impresionante rapidez y precisión de disparo hicieron que fuera una costosa victoria para los zulúes. Sin embargo, en la batalla de Rorke’s Drift iniciada posteriormente el mismo día, una guarnición pequeña se enfrentó a la fuerza de reserva de miles de guerreros zulúes. El fortalecimiento de una posición defensiva, con la concentración y rápida sucesión del fuego de los rifles, mantuvo a raya a los atacantes en una prolongada y férrea lucha.
El Imperio Turco se vio interesado en su adquisición, pero la producción británica estaba destinada al rearme de sus tropas. Fue así que la Providence Tool Company en Rhode Island procedió a la fabricación de rifles a partir del diseño del Martini-Henry, a manos de Henry Peabody. Es por eso que estos recibieron la denominación de Peabody-Martini, los cuales fueron usados durante la Guerra Ruso-Turca de 1877.
Sin embargo, con el progreso en el desarrollo de la tecnología armamentística, el Martini-Henry se vería eventualmente superado con el perfeccionamiento de los fusiles de acción de cerrojo. El Martini-Henry sería aventajado por el Lee-Metford y posteriormente por el Lee-Enfield por su capacidad de repetición. Fue sacado de servicio oficialmente en 1904, aunque aún fue empleado hasta finales de la Primera Guerra Mundial.
FUENTES:
- Actions: Tilting Block Action - http://firearmshistory.blogspot.com/2010/07/actions-tilting-block-action.html
- .577/.450 Martini-Henry Rifles - http://www.svartkrutt.net/articles/vis.php?id=11
- Martini-Henry Rfiles and Carbines - http://www.martinihenry.com/
jueves, 20 de junio de 2013
La Historia de la Guerra: Las Guerras Zulúes (1879)
Documental narrado por Robert Powell, dedicado a las Guerras Zulúes, uno de los principales conflictos durante la época del Imperialismo y la expansión británica en África. Desarrolla la explicación del contexto y las circunstancias que devinieron en su estallido, así como las principales tácticas y medios empleados en la lucha. Pone un particular énfasis en la derrota sufrida por los británicos en el desastre en Isandlwana y la tenaz resistencia en Rorke's Drift en enero de 1879.
sábado, 8 de junio de 2013
Sucedió en el Perú: La Batalla de Arica
Nuevo episodio del programa 'Sucedió en el Perú', conducido por Norma Martínez, dedicado a la Batalla de Arica, dentro del marco de la Guerra del Pacífico. La lucha culmina el 7 de junio de 1880 con la toma del
morro de Arica, el último enfrentamiento de la Campaña del
Sur. Desarrolla el contexto previo y los principales sucesos en torno a la lucha de la última posición peruana en las provincias del Sur.
El drama del monumento al coronel Francisco Bolognesi
La siguiente es una publicación del mag. Virgilio Freddy Cabanillas, historiador y docente de la UNMSM y especialista en Historia del Arte. Con motivo de la conmemoriación de la toma del morro de Arica, compartimos esta versión del texto del 8 de junio de 2013.
Al recordar la heroica gesta del Cnel. Bolognesi y sus soldados en el morro de Arica, me parece urgente iniciar -otra vez- una campaña para salvar el monumento a nuestro héroe nacional.
En el daño a esta escultura se combinan el atentado directo con el abandono más escandaloso. La obra de Agustín Querol (español) fue inaugurada en 1905, pero la estatua principal fue cambiada en 1954 por otra del escultor peruano Artemio Ocaña. La extraordinaria pieza original de Querol se conserva en la Fortaleza del Real Felipe.
El monumento a Bolognesi es un grave caso de mutilación de esculturas públicas. Hace varios años fue cortado el sable de uno de los soldados de la parte inferior del monumento (el abanderado). También está mutilado el fusil de otro de los soldados. Hemos denunciado esto desde el año 2001 y hasta ahora nadie hace nada.
El atentado distorsionador consiste en lo siguiente: el pilar de granito que sirve de eje al monumento fue pintado de un extraño color verde pálido y la base del monumento de negro. Esto no es reciente pero -hasta donde sabemos- nadie se ha pronunciado.
El capitel y dos figuras alegóricas están pintados de blanco, pero suponemos que son de mármol (así lo dice Basadre, Historia de la República). Habría que hacer un trabajo cuidadoso para eliminar los agregados inútiles.
De esta manera el diálogo entre el granito, el mármol y el bronce se ha estropeado, por esa razón el monumento ha perdido su contundencia y originalidad. Grave, realmente grave.
Debería existir una sanción ejemplar contra los funcionarios responsables del daño a los monumentos, sea por descuido, sea por intervenciones desafortunadas. Por ejemplo, las autoridades deben entender que los cambios de color -les encanta el dorado- o de pedestal, sin consultar a los escultores, son faltas de respeto a la labor creativa de los artistas. El diseño original debe ser considerado intangible.
Pero hay más. El olor pestilente que tiene el monumento se debe a la casi media docena de gatos que viven -y hacen sus necesidades- entre las figuras escultóricas. Hemos observado que a horas avanzadas -10 a 11 p.m.- hay personas que arrojan comida al monumento para alimentar a los animalitos. Por eso no se van de este refugio.
El entorno arquitectónico es casi tan bello como la Plaza Dos de Mayo. Aquí también la suciedad y el caos campean por todas partes, sobre todo en las noches. Una importante sección de pared -que mira a la Av. Arica- se derrumbó hace varios años y las autoridades no se dan por enteradas. Por esa razón la vista de esta zona de la ciudad es horrible.
Hay que agregar que en esta plaza se cambió el color característico -amarillo pálido- que lucieron los edificios durante décadas. Primero le dieron un matiz ladrillo y posteriormente fueron pintados de anaranjado. Lo mismo pasó con la arquitectura de la Plaza Dos de Mayo, a alguien se le ocurrió pintar los edificios de azul, eliminando el matiz ladrillo que por décadas identificó a este conjunto monumental. Es necesaria una investigación para determinar los verdaderos colores de las plazas Dos de Mayo y Bolognesi. Hay que recuperar su autenticidad.
En cuanto a la escultura original de Querol -Fortaleza del Real Felipe- muestra al héroe herido de muerte, ensimismado en su sacrifico consciente, abrazando la bandera y sin soltar el revólver con el que ha disparado el último cartucho. Es una espléndida obra de arte incomprendida desde los tiempos de Gonzales Prada (“Nuestras glorificaciones”. En Horas de lucha). Los responsables de la fortaleza la tuvieron por años en un rincón, luego la colocaron en la explanada principal donde se lució poco tiempo en todo su esplendor. Sin embargo, la devolvieron al rincón para colocar en mejor posición una mala copia de la escultura de Ocaña, hecha en material deleznable. Triple falta de respeto:
a) Al héroe: por colocar una estatua de mala calidad.
b) Al genial Querol: hasta ahora no comprenden la belleza de su obra de arte.
c) Al maestro Ocaña, ya difunto: por copiarlo sin su consentimiento.
Este año, como siempre, se rindió homenaje a los héroes de Arica en la Plaza Bolognesi. Y una vez más, a nadie le importó que el monumento esté groseramente alterado por manos filisteas.
Virgilio Freddy Cabanillas
viernes, 7 de junio de 2013
Sucedió en el Perú: Batalla de Arica
Episodio del programa 'Sucedió en el Perú', conducido por Antonio Zapata, dedicado a la Batalla de Arica, dentro del marco de la Guerra del Pacífico. El asalto y la toma del morro de Arica constituye el último enfrentamiento de la Campaña del Sur. Desarrolla los principales sucesos en torno a la lucha de la última posición peruana en las provincias del Sur.
jueves, 23 de mayo de 2013
Sucedió en el Perú: El Perú antes y despues de la Guerra del Pacífico
Episodio del programa 'Sucedió en el Perú', conducido por Antonio Zapata, en el que entrevista a la historiadora Carmen Mc Evoy. Hace un desarrollo del contexto previo a la Guerra del Pacífico, marcado por el fin del ciclo guanero y el proyecto del gobierno de Manuel Pardo, la crisis económica internacional y otros elementos coyunturales que devinieron en el estallido del conflicto.
viernes, 5 de abril de 2013
Sucedió en el Perú: La Guerra del Pacífico
Episodio del programa 'Sucedió en el Perú', conducido por Antonio Zapata, dedicado al conflicto que estalló entre el Perú y Bolivia contra Chile en 1879 como parte de su Temporada Escolar.
Hace un recorrido general del conflicto, desde sus causas y los antecedentes de la tensión en torno al territorio salitrero; el desarrollo de las principales campañas y su descenlace. Incorpora nuevas consideraciones del tema como el papel del gobierno instalado en Arequipa en los últimos años de la guerra.
Hace un recorrido general del conflicto, desde sus causas y los antecedentes de la tensión en torno al territorio salitrero; el desarrollo de las principales campañas y su descenlace. Incorpora nuevas consideraciones del tema como el papel del gobierno instalado en Arequipa en los últimos años de la guerra.
miércoles, 13 de marzo de 2013
La Hora N: Entrevista a Carmen Mc Evoy - 'Armas de persuasión masiva'
La siguiente es una entrevista a la historiadora peruana Carmen Mc Evoy en el programa 'La Hora N' por Jaime de Althaus (Canal N). Esto con motivo de la publicación de su libro 'Armas de persuasión masiva: retórica y ritual en la Guerra del Pacífico', el cual trata acerca de la construcción del discurso y la ritualidad construida por Chile para la justificación de su participación en la guerra que enfrentó contra el Perú y Bolivia.
jueves, 7 de marzo de 2013
Reseña: La laguna de los villanos - Bolivia, Arequipa y Lizardo Montero en la Guerra del Pacífico (1881-1883)
Armando Joyuén Lau
UNMSM
armandojoyuen25@yahoo.com
Parodi, Daniel. “La laguna de los villanos: Bolivia, Arequipa y Lizardo Montero en la Guerra del Pacífico (1881-1883)”. Lima: Fondo Editorial PUCP / IFEA, 2001, 151 pp.
Tanto la memoria como el conocimiento histórico se construyen no solo a partir de lo que se sabe, sino también en buena medida de lo que se desconoce. Además de la información que se logra obtener, las omisiones y los olvidos tienen una influencia innegable en la reconstrucción del pasado y en la formación de los imaginarios que se crean sobre éste. Existe por lo tanto una retroalimentación entre la producción historiográfica y lo que conoce el común que configura las imágenes e impresiones que se forman del pasado. Algunas de estas apreciaciones se forman a partir de prejuicios o de una interpretación parcial del pasado, las cuales no se condicen necesariamente con la realidad. De esta manera, muchas veces el historiador asume el rol de rebatir estos mitos a la luz de los acontecimientos.
Este proceso atañe también a la Guerra del Pacífico, cuya huella marcó particularmente al Perú porque hizo patentes las carencias y limitaciones en los pocos avances logrados desde su formación como república, lo cual lleva al planteamiento de cuestionamientos esenciales, de las cuales una de las más cruciales es el de las causas que llevaron a la derrota en el conflicto. Esta inquietud, quizás una de las que más ha trascendido en estos años, conlleva a la búsqueda de causas más profundas y estructurales que mermaron la unidad del Perú como nación. A esta falta de integración que repercutió en el esfuerzo de defensa del territorio patrio se suma la incapacidad de las clases dirigentes de reconocer intereses comunes que terminó afectando el desenlace de los acontecimientos.
En este libro, publicado a partir de su tesis de licenciatura, Daniel Parodi se enfoca en el tema de la Alianza Perú-Boliviana en los momentos finales de la guerra, al cual la historiografía nacional le ha dedicado poca atención. Con un título algo enigmático, el autor refiere a estos tres elementos sobre los cuales han recaído ciertos juicios de valor con respecto a su participación en el conflicto. Quizá una de las afirmaciones más reiteradas y que aún prevalecen es el abandono de la guerra por parte de Bolivia, a la cual se le atribuye además la culpa del involucramiento del Perú en la misma. Asimismo, se acusa a Lizardo Montero de la inacción y falta de apoyo a la resistencia cacerista por parte de su gobierno instalado en Arequipa, mientras que se afirma que esta ciudad cayó sin combatir ante una expedición chilena.
Sostiene Parodi que estas apreciaciones se originan, no por falta de información o de fuentes, sino por la poca profundidad y enfoque en el estudio de estos temas. Cuestiona las versiones comúnmente difundidas con respecto a la participación que tuvieron en el conflicto. Su vinculación gira en torno a la alianza con Bolivia sostenida a través de la gestión de Lizardo Montero en Arequipa, la cual pasó a ser la capital provisional de la República. Existe una laguna de conocimiento sobre el tema de la Alianza Perú-Boliviana y sus esfuerzos por lograr condiciones de paz más decorosas en este contexto de la guerra. Así, lo que el autor se propone es contribuir a desmitificar las creencias que se han formado sobre estos actores y que han llevado a que la historiografía tradicional los tenga como “villanos”.
La hipótesis planteada en la obra es la continuidad de la Alianza Perú-Boliviana más allá de la fecha comúnmente asignada, el 26 de mayo de 1880, la Batalla del Alto de la Alianza (última acción de armas en la que participaron las fuerzas bolivianas). Esta unión se mantuvo hasta el final de la guerra a través del gobierno del contraalmirante Montero. El autor se propone explicar el rol desempeñado por estos actores en el desarrollo y posterior fracaso de las gestiones, las cuales incluyeron el envío de armamento y elementos bélicos por parte del país altiplánico con el fin de fortalecer la posición diplomática de los aliados en la mesa de negociación.
Plantea una nueva periodización de la guerra. En esta interpretación, el marco cronológico cubierto por el libro corresponde a una segunda fase, titulada la “etapa de las negociaciones diplomáticas”. Tras la ocupación de Lima y una vez constatada la ventajosa situación militar de Chile, los contendientes replantean sus lineamientos y fijan sus intereses en función del establecimiento de términos para la paz. Sugiere así que la ausencia de los ejércitos boliviano y peruano en los campos de batalla se explicaría en un contexto donde la diplomacia y las negociaciones pasan a tener un rol predominante.
Así, hace un desarrollo de la definición del derrotero y las medidas tomados por los aliados para intentar lograr una paz con condiciones menos perjudiciales, las cuales se fueron configurando de acuerdo con el transcurso de los acontecimientos. La postura planteada por el gobierno Francisco García Calderón, y seguida posteriormente por Montero, tenía como punto central mantener la integridad del suelo patrio evitando en lo posible la cesión territorial. Inicialmente la renuencia de perder Tarapacá, siguiendo con los lineamientos del gobierno de la Magdalena; y posteriormente, ante la imposibilidad de preservarla, buscar las posibilidades para la recuperación de Tacna y Arica. Ésta era la prioridad de su política diplomática, ya que su conservación era fundamental para que Bolivia pudiera tener una salida al mar en el marco de la unión con el Perú. El fracaso de la mediación de los Estados Unidos, que pasó de cierto respaldo inicial a los aliados a presionar para la aceptación de los términos chilenos, favorece el acercamiento entre ambas naciones para la conformación de un plan conjunto de negociación.
Estas consideraciones llaman a una relectura de diversos aspectos en esta etapa de la guerra. Confiere al gobierno encabezado por Montero un carácter oficial en el que se puede reconocer una continuidad del Estado peruano, a diferencia de las apreciaciones que sostienen que el país cayó en el colapso y la fragmentación política después de la caída de Lima ante las fuerzas enemigas. Asimismo, la contemplación de la Alianza lleva a replantear el escenario caracterizado únicamente por la solitaria disyuntiva entre la resistencia en la Sierra Central liderada por Andrés Cáceres y la disidencia de Miguel Iglesias en el Norte.
Ante la postura diplomática de los aliados, el interés de Chile apunta no solo a consolidar los logros obtenidos por las armas, sino también al desmembramiento de la Alianza. Se desprende que su objetivo, más que buscar un acercamiento con los aliados, es poner fin a la guerra y lograr la paz por separado. En este sentido, se entienden los reiterados ofrecimientos de canjear Arica con Bolivia con la intención de que ésta abandonara la alianza, aunque ésta mantuvo su destino ligado al del Perú. De la misma forma, la firma del Tratado de Ancón en octubre de 1883 con la anuencia de la facción iglesista, considerado comúnmente lesivo y entreguista.
En este nuevo esquema, el papel del colaboracionismo iglesista no radica necesariamente en las condiciones acordadas (las cuales resultaron similares o incluso menos severas en comparación a las ofrecidas al gobierno de Montero en ocasiones anteriores), sino más bien en que se convirtió en el interlocutor que le permitió a Chile acordar una rendición para poner fin a la guerra y a su vez hacerlo al margen del gobierno de Arequipa, en detrimento del plan de negociación y los objetivos de la Alianza. Por su parte, la resistencia cacerista está subordinada al fortalecimiento de la estrategia diplomática formulada por el Perú y Bolivia. En este sentido, la resistencia de la Breña adquiere un sentido distinto, más allá de la lucha por la defensa del honor nacional, y la encuadrada en un objetivo plausible: el desestabilizar y dificultar el sostenimiento de la ocupación chilena y presionar a sus autoridades para aceptar términos de paz dispuestos por los aliados, orientados a evitar la pérdida de las provincias del Sur. Aunque no esté del todo claras las reservas o limitaciones en un apoyo más decidido a la lucha del Ejército del Centro, la constatación del envío de refuerzos y armamento por parte de Montero hace que se maticen las aseveraciones que lo niegan.
En orden para despejar las carencias en torno a esta temática, el tratamiento metodológico se centró en la identificación en la historiografía de juicios parciales y lagunas de conocimiento, para confrontarlos con la información disponible en fuentes primarias, tanto institucionales como testimonios voluntarios a través de un análisis hermenéutico. Esto permite cotejar los discursos elaborados tradicionalmente por la producción historiográfica, distinguiendo sus principales aseveraciones, así como sus aspectos poco profundizados u omitidos sobre un tema que no ha recibido la atención necesaria para entender de forma más cabal este convulsionado periodo.
El rol del gobierno de Arequipa en el marco de la Alianza Perú-Boliviana no ha tenido el suficiente peso en los estudios concernientes a la última etapa de la Guerra del Pacífico. Episodios ignorados o poco ahondados han contribuido a la formación de diferentes mitos acerca de la guerra que aún prevalecen en la percepción y el imaginario colectivo acerca de ésta. Ante esta situación, la obra de Parodi constituye un importante aporte que esclarece y pone en discusión estas imágenes, ofreciendo una mirada distinta de estos hechos. Propone a su vez líneas de investigación para esclarecer más este periodo de la historia republicana. El despejar estas lagunas de conocimiento se vuelve una tarea imperativa para lograr una mejor comprensión de los procesos de nuestro devenir histórico.
Pueden acceder a una vista previa del libro AQUÍ.
Sostiene Parodi que estas apreciaciones se originan, no por falta de información o de fuentes, sino por la poca profundidad y enfoque en el estudio de estos temas. Cuestiona las versiones comúnmente difundidas con respecto a la participación que tuvieron en el conflicto. Su vinculación gira en torno a la alianza con Bolivia sostenida a través de la gestión de Lizardo Montero en Arequipa, la cual pasó a ser la capital provisional de la República. Existe una laguna de conocimiento sobre el tema de la Alianza Perú-Boliviana y sus esfuerzos por lograr condiciones de paz más decorosas en este contexto de la guerra. Así, lo que el autor se propone es contribuir a desmitificar las creencias que se han formado sobre estos actores y que han llevado a que la historiografía tradicional los tenga como “villanos”.
La hipótesis planteada en la obra es la continuidad de la Alianza Perú-Boliviana más allá de la fecha comúnmente asignada, el 26 de mayo de 1880, la Batalla del Alto de la Alianza (última acción de armas en la que participaron las fuerzas bolivianas). Esta unión se mantuvo hasta el final de la guerra a través del gobierno del contraalmirante Montero. El autor se propone explicar el rol desempeñado por estos actores en el desarrollo y posterior fracaso de las gestiones, las cuales incluyeron el envío de armamento y elementos bélicos por parte del país altiplánico con el fin de fortalecer la posición diplomática de los aliados en la mesa de negociación.
Plantea una nueva periodización de la guerra. En esta interpretación, el marco cronológico cubierto por el libro corresponde a una segunda fase, titulada la “etapa de las negociaciones diplomáticas”. Tras la ocupación de Lima y una vez constatada la ventajosa situación militar de Chile, los contendientes replantean sus lineamientos y fijan sus intereses en función del establecimiento de términos para la paz. Sugiere así que la ausencia de los ejércitos boliviano y peruano en los campos de batalla se explicaría en un contexto donde la diplomacia y las negociaciones pasan a tener un rol predominante.
Así, hace un desarrollo de la definición del derrotero y las medidas tomados por los aliados para intentar lograr una paz con condiciones menos perjudiciales, las cuales se fueron configurando de acuerdo con el transcurso de los acontecimientos. La postura planteada por el gobierno Francisco García Calderón, y seguida posteriormente por Montero, tenía como punto central mantener la integridad del suelo patrio evitando en lo posible la cesión territorial. Inicialmente la renuencia de perder Tarapacá, siguiendo con los lineamientos del gobierno de la Magdalena; y posteriormente, ante la imposibilidad de preservarla, buscar las posibilidades para la recuperación de Tacna y Arica. Ésta era la prioridad de su política diplomática, ya que su conservación era fundamental para que Bolivia pudiera tener una salida al mar en el marco de la unión con el Perú. El fracaso de la mediación de los Estados Unidos, que pasó de cierto respaldo inicial a los aliados a presionar para la aceptación de los términos chilenos, favorece el acercamiento entre ambas naciones para la conformación de un plan conjunto de negociación.
Estas consideraciones llaman a una relectura de diversos aspectos en esta etapa de la guerra. Confiere al gobierno encabezado por Montero un carácter oficial en el que se puede reconocer una continuidad del Estado peruano, a diferencia de las apreciaciones que sostienen que el país cayó en el colapso y la fragmentación política después de la caída de Lima ante las fuerzas enemigas. Asimismo, la contemplación de la Alianza lleva a replantear el escenario caracterizado únicamente por la solitaria disyuntiva entre la resistencia en la Sierra Central liderada por Andrés Cáceres y la disidencia de Miguel Iglesias en el Norte.
Ante la postura diplomática de los aliados, el interés de Chile apunta no solo a consolidar los logros obtenidos por las armas, sino también al desmembramiento de la Alianza. Se desprende que su objetivo, más que buscar un acercamiento con los aliados, es poner fin a la guerra y lograr la paz por separado. En este sentido, se entienden los reiterados ofrecimientos de canjear Arica con Bolivia con la intención de que ésta abandonara la alianza, aunque ésta mantuvo su destino ligado al del Perú. De la misma forma, la firma del Tratado de Ancón en octubre de 1883 con la anuencia de la facción iglesista, considerado comúnmente lesivo y entreguista.
En este nuevo esquema, el papel del colaboracionismo iglesista no radica necesariamente en las condiciones acordadas (las cuales resultaron similares o incluso menos severas en comparación a las ofrecidas al gobierno de Montero en ocasiones anteriores), sino más bien en que se convirtió en el interlocutor que le permitió a Chile acordar una rendición para poner fin a la guerra y a su vez hacerlo al margen del gobierno de Arequipa, en detrimento del plan de negociación y los objetivos de la Alianza. Por su parte, la resistencia cacerista está subordinada al fortalecimiento de la estrategia diplomática formulada por el Perú y Bolivia. En este sentido, la resistencia de la Breña adquiere un sentido distinto, más allá de la lucha por la defensa del honor nacional, y la encuadrada en un objetivo plausible: el desestabilizar y dificultar el sostenimiento de la ocupación chilena y presionar a sus autoridades para aceptar términos de paz dispuestos por los aliados, orientados a evitar la pérdida de las provincias del Sur. Aunque no esté del todo claras las reservas o limitaciones en un apoyo más decidido a la lucha del Ejército del Centro, la constatación del envío de refuerzos y armamento por parte de Montero hace que se maticen las aseveraciones que lo niegan.
En orden para despejar las carencias en torno a esta temática, el tratamiento metodológico se centró en la identificación en la historiografía de juicios parciales y lagunas de conocimiento, para confrontarlos con la información disponible en fuentes primarias, tanto institucionales como testimonios voluntarios a través de un análisis hermenéutico. Esto permite cotejar los discursos elaborados tradicionalmente por la producción historiográfica, distinguiendo sus principales aseveraciones, así como sus aspectos poco profundizados u omitidos sobre un tema que no ha recibido la atención necesaria para entender de forma más cabal este convulsionado periodo.
El rol del gobierno de Arequipa en el marco de la Alianza Perú-Boliviana no ha tenido el suficiente peso en los estudios concernientes a la última etapa de la Guerra del Pacífico. Episodios ignorados o poco ahondados han contribuido a la formación de diferentes mitos acerca de la guerra que aún prevalecen en la percepción y el imaginario colectivo acerca de ésta. Ante esta situación, la obra de Parodi constituye un importante aporte que esclarece y pone en discusión estas imágenes, ofreciendo una mirada distinta de estos hechos. Propone a su vez líneas de investigación para esclarecer más este periodo de la historia republicana. El despejar estas lagunas de conocimiento se vuelve una tarea imperativa para lograr una mejor comprensión de los procesos de nuestro devenir histórico.
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